viernes, 30 de agosto de 2013

DESAHUCIADOS

Las tres de la madrugada. Salgo con los zapatos en la mano, para no alertar al perro que dejaron de vigilancia. En el vestíbulo tropiezo con la maleta y las cajas. Unos segundos de espera, mordiendo el labio, para que se pase el dolor del meñique, siempre el meñique. Abro y cierro la puerta conteniendo la respiración. Me calzo. Bajo. Ni lobos en las aceras. Camino hasta el final de la primera calle. La corto con la radial, de lado a lado, a lo ancho, la voy enrollando como una alfombra, desandando el camino. Luego otra. Y después la siguiente. Así hasta no dejar ninguna de acceso a mi portal. Fuera de casa, el vacío. Sonrío satisfecho. Vuelvo a la cama. Duermo. Me despiertan los golpes. De un salto, me planto frente a la ventana. Han vuelto a poner las calles. Ya vienen. En las tiras blancas del paso de cebra, cuerpos estrellados como mosquitos. Aún no han tendido las redes. Rompo el cristal y salto. A medio camino me topo con el del quinto. Vamos cayendo, los desesperados.

LOLA SANABRIA
Publicado en el blog lolasanabria

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