En los veneros de mi regazo sueño,
con farolillos de luz temprana
y el candil en el poyete de la ventana…
Tragos amargos son los que me acompañan,
bebidos a sorbos desde edad temprana,
me queda el más duro…
taza de un trago, muerte y a la nada.
Asómate a mi alma,
en la ventana el candil,
que ni alumbra ni queda nada…
Regueros de sangre riegan los caminos,
en sus bordes corre y se cuaja,
se filtra en la tierra
y esta como madre los calma.
Resbala la incertidumbre constante,
colectivo de gente que calla,
quieren ver los caminos limpios,
aunque debajo la sangre clama…
En nuestros cuerpos moramos como extraños,
pensamos que ceder no es perder,
ay, cuantas veces nos equivocamos,
ser integro es primordial entre humanos…
Amasamos días azules de verano,
pensamos aguardar al otoño –nos lavamos las manos-
que otros cedan por nosotros,
y si ha de correr sangre que sea la del otro.
Decepción, servida en tardes y ocasos,
los principios se olvidan –los guardo-
a la calle no salgo, si hay golpes no entro en -el reparto-
al fin y al cabo tengo casa y trabajo.
Soy un privilegiado…
El que no los tenga que se rasque de costado,
si se le pegan las tripas –no es para tanto-
yo, hoy tengo pan y tabaco,
algo habré hecho para ganarlo…
Si me sobra pan ni lo regalo,
no sea que piensen que tengo
y todos los días acudan al reparto,
lo tiro a la basura y yo solo me engaño.
Asómate a mi alma…
tal vez, ya no quede nada,
su visión sea negra
como el paso con el que ando…
LOLA WIZNER
No hay comentarios:
Publicar un comentario