« Hacia ella al punto fuíme al prado,/con la gaita y el arco/Y allí mismo el “muset” le canté / por gran amor”Colin de Muset, Siglo XIII
Lo que me asusta no es perder al trovador, sino perder el sueño del trovador, sus melodías de tierras inconclusas, su mano destellante, su sol despeñado en fulgores terriblemente hermosos, y ya no sé a quién amo si al real o al soñado que habla con la voz grave de los primeros pétalos caídos, allí donde aún conserva la dulzura su salvaje vertiente de tréboles al perderse en la noche
Pues no es el trovador quien me cierra los ojos y me besa, sino aquel aún más claro, con su negro murmullo de amenaza maléfica, su miedo hecho de polvo y ese hechizo que entretejen sus dedos de largo brote oscuro, sus dedos musicales que penetran en mi gran cruz de lágrimas sonámbulas.
y adoro las tinieblas de su mirada honda
y deshago mis huesos para que crezca el sol en esa tierra donde nunca estaré,
donde los cuervos saben mi nombre de memoria
y un patíbulo verde quiere abrazar mi cuello,
y yo nunca estaré.
Porque es más bello el sueño del trovador en notas
que su falsa agonía entre las casas,
que su manto de estrellas ateridas,
su voz debilitada en los espejos, su pobrecita risa,
su lánguido sonido en el saxo de piel
y esa canción de príncipe en exilio.
No deseo la prisión de ser atada con trocitos de luna a un reino de cristales, falsamente relumbran pero se quebrarán
Mas no sé renunciar al arco iris de su sangre tendido sobre el cielo de almohadas que une al mundo,
ni a su nombre, saeta sin destino, pasajero del tiempo como las maldiciones como las esperanzas
Del libro Origen de IRENE MARKS
Publicado en la revista deliteraturayalgomas
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