Una esfera desgrana el desierto en mi reloj,
sus agujas alargando mi destino señalado
como si no quisieran un mañana mejor,
el después encontrado, el instante posterior.
Y yo, a mi destierro abandonado,
contemplando el paso de ese tiempo tan parado
y con la nada alrededor.
Mi lecho es universo de los silencios,
los pliegues que aun dibujan tu figura
son el mudo pentagrama de este cautiverio,
los renglones de este delirante magisterio.
Y yo, que no encuentro sepultura
tan honda que olvidara tu hermosura,
muriendo vivo en tu misterio.
Mi tiempo es del silencio y de tu ausencia,
tu ausencia es el silencio de mi tiempo
componiendo la perpetua estridencia
con las notas disonantes de la impaciencia.
Y yo, que no poseo mi gobierno,
que no soy lecho ni soy tiempo ni lo puedo,
quedo viendo cómo pasa el transcurrir de tu ausencia.
Gustavo González -Valladolid-
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