La voluntad nunca es clara
nace de una mañana perdida
y se desliza entre horas que no soportan el tiempo.
Así es la medianera de las pasiones
la angustia que encuentra reposo en un grito
el dolor que trata de calmar su eterno retroceso
el llanto recostado sobre el muslo suave y tibio
de una mujer que respira sin miedo.
El peso del deseo,
la única esperanza en este tiempo de malas noticias
y regiones tan poco atrevidas
tan poco dispuestas
a reincidir en la palpitación de un intento
sin mendigar permisos
para que la vida no se nos escape.
Conrado Yasenza
Publicado en la revista Molino Rojo y Fernet
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