Amigos incondicionales,
dichosa soy al encontrarles,
resguardándonos y protegiéndonos
para evitar todos los pesares.
Acompañantes de lo vivido,
cuidando, protegiendo y amando
siempre sonriéndole a la vida.
Vinieron en el momento preciso
y a la hora justa,
auxiliándome para encontrar de nuevo el camino,
permitiéndonos degustar lo divino.
Me tomaron entre sus manos
evitando que cayera al abismo.
Con sonrisas y preocupación,
como fieles aliados del corazón
se entregaron a la amistad
sin importarles la constante agresión,
para evitar que fueran parte de la desolación,
no se dejaron amilanar,
demostrándome lo que son.
En momentos soportando todo el peso.
Olas de alegría y tristeza, invadían mi razón,
más ustedes se mantuvieron
fieles a la amistad con todo el corazón.
Me encuentro agradecida
por este gran regalo de amor.
Sandra Méndez -Guatemala-
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