Nos vamos adaptando al juego de la realidad.
A la vez nos hacemos imperdurables en el tiempo.
Te dejo que indagues y mi corazón encontrar.
Sin hacer promesas a las que luego no llegamos.
Solo, démonos esperanzas, llenas de calma.
Iremos al paraíso, buscaremos playas en él,
que coronen nuestro adaptar al cariño,
y esto, será el comienzo de nuestras vidas.
Nadaremos en las olas bravas de la realidad,
haremos el mejor esfuerzo para estar juntos.
Seremos como rocas, a veces paradas y
otras en camino; ambos lo haremos más ligero.
Flotaremos en el aire, encontrando otro destino.
Robémonos el alma, sostén mi cabeza y mírame,
fijo, lee en mis ojos el canto de mi espíritu.
Conocemos nuestros miedos, se cogen de la
mano y se pierden en el camino.
Deja caer tu corazón sobre el mío, que derrame
su sangre en la mía, que se vierta por mis venas
y recorra el cuerpo mío. Que hagan mezcla nuestras
sangres, así como lo hacen nuestras salivas.
Arrojémonos a las llamas de esa pasión que
sentimos y nos lleva a sentir el sentido de vida.
Que el calor de esas llamas nos caliente hasta las
heridas, que las queme y solo queden cenizas.
Que sintamos el todo y el nada juntos, de pie o
de rodillas. Adaptémonos al juego de la vida,
en noches estrelladas y otras de lluvia fría.
Con nubes blancas o negras, según lo que se
avecina. Hagámonos imperdurables en compañía,
seamos eslabones de nuestra vida, crecientes en
cantidad y calidad exquisita...
Lola Wizner
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