Con el viento, en los ojos,
los encinares están en vela,
la vega, sin palabras.
Solo se oye el leve ruido de la abuela, toda corazón.
En el campo, el abuelo silencioso,
con el pensamiento polvoriento
y una voz ciega de vieja gallina
con que, a veces, relata trágicos cuentos de lobos
a la sombra del nogal
ante la curiosidad de una infancia
de nietos domingueros.
Pedro Jesús Cortés Zafra -Málaga-
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