(Artículo de 1920)
¿Qué ha pasado este mes en el mundo? Muchas cosas han pasado, pero todas pueden resumirse diciendo que la vida --el mero subsistir-- sigue más cara cada vez. Siempre fue difícil la vida para los más dentro del loco régimen capitalista vigente, pero ahora el conseguir la mísera piltrafa cotidiana resulta un verdadero milagro.
¿Y qué puede, pues, acontecer por el mundo de más grave que este horrible dogal de miseria que nos va apretando un poco más cada día?
¡Pero es que hay países --se me dirá-- donde sobran las subsistencias! Claro que sí. Pero allí donde más abundan las subsistencias. esto es, la vida, más cara es la vida.
¿Por qué? Porque estas subsistencias --en lugar de destinarse a la comunidad-- se venden, se exportan, se truecan bonitamente en dinero. ¿Para quién? Para unos cuantos respetables señores cuyos millones aumentan que es un contento en medio de la penuria general.
¿Qué importa que el hambre y las privaciones maten, enfermen y degeneren a tantos millones de seres --hombres, mujeres, niños... ¡niños!-- si esa misma hambre general es precisamente lo que más contribuye a inflar la bolsa y la barriga de los señores esos?
Ahí está la Argentina, cuya inmensidad de carnes y trigos y demás productos autorizarían a jurar que allí la vida es tan barata que lo difícil será no morir de un hartazgo.
¿Hartazgo habéis dicho? Pues no señor, allí el mero subsistir es cosa tan de milagro como en todo el resto del planeta. Porque todo el mundo se aprovecha de las carnes y los trigos argentinos antes que los mismos argentinos. ¿Acaso las carnes y los trigos son para matarle el hambre a la masa de los argentinos? No señor; ¡pues no faltaba más! Son para inflar cada día más la bolsa y la barriga sacrosanta del centenar de millonarios argentinos que "rastacuerean" por el mundo. Lo importante no es que el pueblo tenga qué comer, sino que los pobresitos millonarios tengan gruesos diamantes con qué convertirse las manos en un escaparate de joyero.
¡Y cuidadito con chistar! Porque los gobiernos --todos los gobiernos, excepto el "infame" Gobierno de Rusia-- le toleran a usted que no coma o que vea morir de hambre o inanición a su mujer y a sus hijitos, pero ¡eso sí, Dios le libre a usted de chistar, o de exhalar la menor queja, o de irse a la huelga para tratar de arrancarle un centavo más a su hidrópico y reverendo patrón!
Porque los gobiernos, nuestros gobiernos, no sabrán remediar nada de lo está sucediendo, no sabrán rebajar el costo del pan y de la carne, ¡qué han de saber!, pero sí saben sacar la policía, y detrás de la policía la tropa... ¡y palos, balas, cañonazos y bombas contra todo aquel que cometa el crimen de alterar la tranquilidad! Esta adorable tranquilidad pública, en el seno de la cual disfrutamos del deleite de sentir en nuestro cuello --y en el cuello de nuestros hijitos-- la sensación helada del dogal del hambre que aprieta y aprieta...
El diluvio
¡Y pensar que hay todavía por ahí miles de majaderos, de los que escriben en la prensa, que se muestran aterrados ante la sola idea de que el actual sistema social sea derrocado al fin!
¿Pero qué puede suceder, imbéciles, que sea peor de lo que está sucediendo? Aunque lo que viniera después fuera el mismísimo diluvio, ¿acaso no es mejor la muerte fulminante por el agua o el fuego, que esta atroz y repugnante muerte lenta que estamos sufriendo?
Publicado en el blog nemesiorcanales
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