¿Puedo hablar sobre el dolor?
¿Puedo, me dejan, hablar del mío,
dolor de mundo?
El miedo,
¿no se hace terror en el que mira
y se aleja trasnformándolo en suyo?.
El mundo es un lugar de muerte y frío
y no valen las metáforas, !ahh¡, sí,
no valen más,
festejadores de la espuma
y el carnaval en orden.
Se esfumaron las calesitas porque alguien
las prohibió,
¡ahh!, sí, sí, las prohibieron cuando Jesús
se mareó y vomitó sangre y escupió por el costado
la sortija del perverso calesitero.
¡Por Dios!, dónde estabas entonces
cuando mi cara de espanto, esa, la que en la calle
aleja a la gente;
duraznos y peras en maceración
un par de plumas idénticas a la noche.
Mi sueño es el del sin rostro
siempre ahí, inmóvil, paciente
con todo el horror del mundo en sus facciones
blancas espesas como la bruma
indefinidas y por siempre blancas.
Pero, ¡Dios!, yo estoy rojo y azul,
me observo y examino como un forense alcoholizado,
y me despierto sin dormir aún
y ¡ahh!, soy rojo otra vez,
soy dolor atrapado entre cinismos
porque ¿me dejan hablar de mi dolor?
¿puedo, entre tanta muerte,
mientras Jesús sigue escupiendo sangre
desde la calesita que gira y lo clava todavía
con goce mayor y centrífugo?.
Qué es mi dolor sino el mundo,
la calesita, el color rojo, Jesús escupiendo
las pocas espinas que le dejaron, la vigilia,
los vecinos inquisidores
la gorda que mide, día a día, mi cuerda,
las sombras sin rostro
espesas brumas frías
galería inútil de bronces
medallas
mitos
murallas
y medallones de menta.
¡Ahh, soy el Dios de las cenizas
y las piedras oscuras !
El mundo es un dolor como el mío,
un dolor así
tan antigüo como el egoísmo de las momias.
¡ Brindemos !. ¡ Ahh, sí !,
y escupamos entonces tranquilos al cielo.
Conrado Yasenza
Publicado en la revista Molino Rojo y Fernet
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