Sí, hoy estamos aquí, pero no sabemos dónde estaremos mañana. Pendemos de un hilo frágil que las parcas pueden cortar en cualquier momento, pero nos intentamos olvidar de ello para no convertir esta vida en un infierno cargado de pesadillas. Inconscientemente nos sentimos eternos, mas somos hojas que el viento puede arrastrar en cualquier momento.
Cerremos los ojos un breve momento; un respirar profundo nos ha de acompañar, nos hemos de recoger en nosotros mismos, como si volviésemos al seno materno, y sentir con los sentidos y no con la materia, meditando sobre cuán corta es la vida, cuán pronto se viene la noche eterna. Sólo así, con este ejercicio que parece más un castigo que una prueba, podremos volver a disfrutar las cosas en su justo valor; el aire cálido de un día de invierno de sol, el amanecer sobre las montañas, la brisa en el rostro, un beso amado, una mano que te toca... Nada más que eso y todo eso, ni más ni menos.
Hoy estamos aquí, eso es lo que importa. Disfrutemos el momento, dejando que nuestros sentidos se expandan y apresen tantas sensaciones que no nos parezca un sueño banal este escaso tiempo que nos dan las parcas entre el silencio del no nacido y la oscuridad del que ha muerto.
Francisco J. Segovia -Granada-
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