Éramos dos ansias expirando
en la espuma de los días.
Éramos la ola última que tropieza
y se olvida y yergue.
Éramos las pisadas en las baldosas rotas
de las calles mojadas.
Éramos los rincones de orín y yerro
de yerba y luz negra.
Éramos dos universos únicos,
el olvido y el regreso.
Éramos dos locos,
dos lobos de la estepa,
dos luciérnagas de pasos y renuncias.
Éramos el reflejo de los lunes en los cristales.
Éramos el chapotear en el Estigio.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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