La aflicción es inútil agonía
que ni resuelve males del presente,
ni suaviza el dolor que un incidente
del ayer nos provoca todavía.
Nos desata la vida su jauría
de vandálicos perros: Accidente,
muerte, oprobio, ruptura, y tal torrente
de infortunios nos hunde o desafía.
Se padece, solloza y desespera,
y en nuestro entorno se alza una barrera
con poca o nula opción de rebasar.
Mas en contexto idéntico nos vimos
tiempo atrás, y no obstante, subsistimos;
por tanto, ¿qué nos puede doblegar?
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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