Algunas noches,
sólo,
caminando por las calles,
borracho,
quería llegar a casa sin saber que el nido que iba resquebrajando
paso a paso
era el preludio
de la madurez.
No sabía mi cuerpo,
que mi cuerpo,
habitado de extraños,
hormonas
y estupidez
era,
sería,
el epicentro de la furia de la naturaleza.
Bebía sin saber cómo
ni qué hacer,
y paseaba
solo
por las calles,
borracho.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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