a Carolina Ocampo
Un hombre atolondrado silba
Sin ton ni son
Paseo por el parque de San Eugenio
Y tú no estás, bienamada
Te duele la sien bajo el crepúsculo
En un pañuelo rosa te dan éter
Y te calmas
Cuando ju juu juue juuee juegas
Tic tic tic giran las piedras
Las vuelves sortijas, aretes, pulseras
La torre de la quinua se torna dulce
Retorna y descansa su canto en el viento
Hija de Afrodita
En tus manos doradas lo inerte es vida
Halo que ansío cuando te acercas
El dolor de la soledad no gravita en ti
Ni vives fuegos extraños, ya no
Tu huella es sólo esta carta
Esta miga de pan, fantasías y retamas.
ROSINA VALCÁRCEL (Lima-Perú)
Publicado en la revista Movimiento Internacional de Escritoras
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