cada uno de nuestros gritos
sin atreverse a callarlos,
y la carrera de la jindama
turbia como la sal de las heridas,
corre de boca en boca
entre desahucios cumplidos
y atracos a mano armada.
Llora mestizo del todo a cien.
Llora al filo de cada garganta,
mustio de pataleo y helado
por el sol que te quema.
La pira funeraria que arde,
lo hace, con el sebo de tu cuerpo.
Te han tirado a los pies
de las carreras de todos los caballos,
y no permiten siquiera
que grites tu rebeldía.
ANTONIO JESÚS TORRES MÁRQUEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario