Son las seis de la tarde. Tu jornada,
casi como tu vida, irrelevante.
Ni deberes domésticos ni amante
torpedean la frívola escapada.
Las amigas esperan tu llegada
en la tertulia del Café. Radiante,
realizas la entrada, y al instante
cada voz es noticia y dentellada.
Se visten de inequívoca certeza
los más vagos rumores, y se empieza
la lenta destrucción de honras y famas.
Todo como verdad clara y desnuda.
La reunión se dispersa, y nadie duda,
pues han hablado respetables damas.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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