Si sabes escuchar, serás mi amigo,
y yo también he de escucharte atento,
mas a palabras de aridez o viento
ni espero tu atención ni a ellas me obligo.
De perspicaz diálogo mendigo,
salgo a tu paso. Sea ofrecimiento,
por ambas partes, sin enfrentamiento,
tu espíritu enlazándose conmigo.
Te he de abrir el baúl de mis secretos,
de mis intimidades, y los retos
que me impone la agenda de la vida.
Y esa misma conducta de ti espero.
Cada cual en el otro, viajero
por cada sombra y luz, afán y herida.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
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