Cántaros plasmados
llenos de mieles
añoranzas de otros tiempos
entre campanas en las torres
y murmullo de sus gentes.
Plácidos paisajes
cargados de simientes
el tiempo, ese que se divide
entre distancia y mentes.
Frutos caen por encima de la cabeza
maldades a traspié del ruiseñor
que penetra en los oídos
dañando el corazón.
Pasacalles en silencio
como fúnebres entierros
cabalgan por las calles
de Granada y el mentidero.
Serpentean ríos con llantos
del Darro hasta el Geníl
buscando donde esconderse
de una lágrima derramada
por la sierra, manantiales que llegan
por veneros hasta la Alhambra
bajando por el Albaizyn.
De nieves derretidas
hasta la calma,
de mi ciudad empobrecida
del alma que no la ama.
JUAN MANUEL MOCHÓN -Granada-
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