lunes, 4 de marzo de 2013
POSTORMENTA
Se oyen apenas las chicharras,
dibujan un canto débil,
suplicante,
extraviado
en los rumores de la plaza;
aquel hombre en bicicleta,
el monumento tieso
como nunca,
los gorriones luchando
por un insecto
o una miga de pan
salvada del naufragio;
va creciendo la mañana,
asoman en la espera
oficinistas apurados,
el guardaparque,
las manos en el bolsillo
de un jubilado cualquiera
y las patas pequeñas,
desordenadas,
de su perro
siguiéndolo detrás,
como al descuido;
aparecen inmóviles
los árboles,
no hay brisa,
o dios, o viento,
que se atrevan a inmutarlos,
ya bastante tuvieron
la jornada anterior;
y las ramas por el suelo,
reunidas, abrazadas,
en arrullo suave de paz
o desconcierto,
y el señor de la escoba,
y las bolsas a montones,
y el testimonio breve
de lo que ya no es.
Alejandro Laurenza -Argentina-
Publicado en la revista deliteraturayalgomas
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