Otro domingo. Isabel se acicala para asistir a la misa de doce. Al salir paseará por la calle Mayor y buscará a Juan con la mirada. En él tiene depositada la esperanza de acabar con el rancio celibato que amarga sus días interminables.
El cielo, premonitor del infortunio, se echa a llorar.
MJ
Publicado en el blog tampocotengoprisa
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