domingo, 24 de febrero de 2013
QUISE SER
Poeta del mar,
del viento,
del fuego,
del sol,
del hombre...
Quise ser poeta del mar
pero sólo acerté
a enredarme en una enorme ola,
a llenar mis ojos de todo su azul,
a perderme en la seca arena,
a olvidar mi tristeza y mi soledad.
Quise ser poeta del mar
y sólo supe contarle
mis pensamientos inconfesables,
mis sentimientos más profundos,
mis sueños irrealizables,
mis penas y mis alegrías.
Quise ser poeta del mar
y me enamoré
de sus aguas multicolores,
de su inigualable profundidad,
de su inalcanzable inmensidad,
de sus caracolas y estrellas.
Quise ser poeta del viento
que deambula entre las viejas piedras
y conoce los secretos de la vida
y los sueños de las flores
que crecen en primavera
en todos los rincones del camino.
Quise ser poeta del viento
que revuelve las ideas
y aquieta las ramas del ciprés
que da sombra a mi cuerpo
que se ha quedado ciego
y no ve el brillo de la luna.
Quise ser poeta del viento
que tira las frutas de los árboles
y acaricia tus largos cabellos
y besa violento tus labios
arrancándote tus pequeños secretos
que a nadie quisiste contar.
Quise ser poeta del fuego
para purificar los corazones,
quemar las malas intenciones,
derretir los bajos instintos,
arrasar los deseos bélicos,
destruir el egoísmo insolidario.
Quise ser poeta del fuego
para incinerar escopetas de caza,
pistolas asesinas y policiales,
misiles, torpedos y bombas inteligentes,
pero las llamas sólo alcanzaron
a mi inofensiva pluma.
Quise ser poeta del fuego
para arrasar los cuarteles
construyendo sobre ellos escuelas
donde enseñar que no hay
mejor arma contra la violencia
que la justicia y la igualdad.
Quise ser poeta del sol
para sorprenderla cada mañana
iluminando los cristales de su ventana
y ser la primera luz
que sus ojos vieran
al saltar de la cama.
Quise ser poeta del sol
para alumbrar a los desposeídos
de la fortuna y la cultura
llevándoles un hálito de esperanza
que les permitiera seguir
buscando el paraíso soñado.
Quise ser poeta del sol
para hacer sudar los árboles
donde anidan los ruiseñores
y deleitarme con su hermoso canto
antes de esconderme entre las aguas
incoloras del mar de mi sentir.
JOSÉ LUIS RUBIO
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