Pivo, boda,
agua, cerveza dulce que no emborracha.
Mujeres con piernas
de más de dos metros de longitud,
robos de pasaportes
en las esquinas del puente San Carlos.
Coches que aceleran
si te ven cruzar a destiempo la calle.
Fachadas mitad años cincuenta
mitad año dos mil,
mitad oro, mitad hollín,
por culpa de la falta de presupuesto.
Coches diminutos
al lado de gigantes limusinas.
Al entrar en Praga,
el vómito de un macdonals
dando la bienvenida a los turistas,
entre las ruinas añejas
y por reconstruir
del país ex comunista más bello.
Y siempre la sombra de Kafka
persiguiendo nuestros pasos,
como un mito que no era nadie.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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