El profesor blandió el filoso instrumento, se acercó a la primera fila, miró a uno de los estudiantes y lo rebanó en cinco porciones. Todos aplaudimos la excelente exposición, incluso apreciamos la alegría del rebanado, el cual poco a poco se iba convirtiendo en cinco veces él, gracias a la posibilidad que le otorgaba su condición de estrella de mar.
Del libro Cuentos iberoamericanos de
JULIO CÉSAR PÉREZ MÉNDEZ (Colombia)
Publicado en Los Cuadernos de las Gaviotas
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