¡¿Acaso escuchaste alguna
vez, de tus enamorados,
que son de ellos los dorados
bordes que adornan la luna?!:
No les creas más ninguna
de sus vanas dicherías,
pues todas las pedrerías
con que se festona el cielo,
unas las hizo mi abuelo;
otras son hechuras mías.
Francisco Henriquez
Publicado en Carta Lírica
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