viernes, 1 de febrero de 2013

MUJER DE INTENSIDAD


Era mujer de intensidad. Tenía
dos corazones, dos, bajo la blusa,
y con ambos me amaba tiernamente.
Convulsos plenilunios, firmes cúpulas,
en que logré estudiar astronomía,
cursar arquitectura.
Nunca, como en sus noches, he observado
tan radiante la luna;
ni palpado latidos tan sincrónicos.
Yo la amaba también, nereida y musa.
Era viento galante en torno suyo,
y era humedad de lluvia
desde el cimborrio a la linterna en alto,
delineando mis labios cada curva.
En alianza de contactos, firme,
incapaz de ataduras,
caricia era de brisa,
sobre mi mar, espuma,
y al fondo del instinto
leopardo en la jungla.
Era mujer de intensidad, amaba
desde cada relieve, cada gruta.
En torno a los cuarenta,
tan joven, tan madura.
Voluptuosa y torrencial, vestida,
tan candorosa y franca si desnuda.
Era inherente a mí, parte del alma,
y piel sobre mi piel; por su cintura
cruzaban casi todos mis temblores,
crispando su columna.
Alma y sensualidad entrelazadas,
amante de verdad, y de locura.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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