Las células muertas de mi faz,
me echan en cara la mucha tinta vertida
en letra roja de lepra.
Y es que te rebosan las rodillas,
y tienes más vértigo que el somier de la zepelina.
Acaricias los rectángulos rotos
de las zapatillas de andar por casa.
El reflujo de la resaca de anís Las Cadenas,
te deteriora el rimel.
Te cazarán a besos
como a un oso con rizomas.
Las farolas interiores
colocadas como maceteros en los balcones de tu alma,
soñarán que la grafía de tu mirada
será el licor con el que
Sebregondi retrocede.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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