miércoles, 20 de febrero de 2013

ESTABA YO…


“ … Estaba yo… en el  Alcázar segoviano, en una ventosa tarde agosteña, cuando el Sol se colaba en su ocaso y las sombras se confundían con la luz y por sorpresa y en penumbra se me apareció el fantasma típico del Alcázar y por cierto me dio un susto de muerte y nunca mejor dicho al ver ese espectro vestido de blanco y alado y con unos ojos negros saltones que daban un miedo terrible al mirarle a los ojos. Al instante me dijo:” No te asustes muchacho que esto no es ninguna fantasía tuya, ni soy el fantasma inventado de uno de los cuentos que lees a menudo con fruición y ansiedad, mira tócame soy un fantasma de verdad, sin cuerpo físico, pero con un halo de sombra tenebrosa y si quieres venir conmigo, vamos a dar un paseo virtual y real por los sótanos del Castillo, que vosotros llamáis Alcázar y no te asustes si ves al vigilante de seguridad que no nos ve realmente y a ti tampoco, solo nota algo raro, porque te he hecho invisible, algún poder tengo todavía ¿no crees?.”

Yo realmente estaba acojonado y perdón por la palabrota, pero es que es la que mejor expresaba mi estado de ánimo, entre la confusión y la desagradable sorpresa. Y no me preguntéis cómo, pero cuando me quise dar cuenta estaba en los  sótanos del Alcázar contemplando el Archivo Militar , el mejor de toda España y bajamos a las mazmorras donde hace siglos encerraban a los reos y nunca podían fugarse porque el Alcázar está construido sobre una roca pétrea e inaccesible. Al poco tiempo fuimos recorriendo todas las salas Nobles, donde vivían los reyes y subimos a la Torre del Homenaje y en nocturnidad contemplamos las luces de neón de la ciudad y de los pueblos cercanos como Zamarramala y la muralla iluminada, la Catedral y el mismo Alcázar. Después me llevó al foso y el fantasma me contó que hace siglos estaba lleno de agua y con cocodrilos dentro y de vez en cuando algún guardia, en alguna escaramuza interior caía al foso y era devorado por los cocodrilos y a mi se me puso la carne de gallina y me entró un sudor frío imaginándome esa secuencia mental. De repente oí un ruido y era mi despertador que marcaba las 8 horas a. m. y era la hora de levantarme para ir a trabajar, pero al fin y al cabo había tenido un bonito sueño y eso era lo más importante y alucinante…

Juan Montero Lobo “Visnú” -Segovia-

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