En las huellas de mis dedos
imprimieron cada curva
las mareas de tus huesos
y el vaivén de tu figura.
En las huellas de mis dedos
y en la cuenca de mis manos
se posaban tus cabellos
y trenzaban mis abrazos.
En las huellas de mis dedos
se quedaban impregnados
el aroma de tu cuello
y el sonrojo de tus labios.
En las huellas de mis dedos
y en la cuenca de mis manos
esculpiste con tus besos
la ternura de mi tacto.
Hoy las huellas de mis dedos
se retuercen de amargura
añorando en estos versos
el vaivén de tu figura.
Gustavo González -Valladolid-
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