En la residencia me encuentro,
después de una larga vida,
de criar a mis hijos con sudores y agonía.
Por ellos di la vida
para ponerlos mayores,
trabajando sin descanso con la lluvia y los calores.
Me asomo a la ventana,
a ver si los veo venir,
pero mis ojos se nublan.
¡Nadie se acuerda de mí!
Solo me quedan mis sueños
cuando de pequeños me abrazaban
y me pedían llorando
que yo nunca me marchara.
Que pronto me han olvidado.
Estoy viejo y cansado,
esperando aquí la muerte.
Que pronto me han olvidado.
LOLI BRENES RODRÍGUEZ -Conil-
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