Corre corazón
que se nos muere el amor,
tanto como lo cuidamos
y de nada nos sirvió.
Se nos va y no puedo detenerlo.
¡Corre que se nos muere!
Quiero avivar su llama
y mis manos
ya no pueden recoger más sueños.
Me he quedado sola,
desnuda y en sombra.
La noche contempla mi miedo,
algo flota por encima de mí
y me destroza el alma,
y me lleva al llanto,
mi voz grita y grita
y se pierde en el viento,
el viento, que sólo murmura:
Corre corazón,
que se nos muere el amor.
Amor, callada llama
que se niega a morir
en este corazón...
Pepita Oliva -Sevilla-
Publicado en la revista Aldaba 13
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