Murió mi padre, murieron mis abuelos,
murieron mis tíos carnales y políticos.
Una familia entera de herreros,
ebanistas, curtidores, albañiles,
yace ahora sin fuerzas bajo tierra.
Y yo, el más inútil de todos,
el que no sabe hacer nada con las manos,
he logrado sobrevivir impunemente
para llorar delante de una foto
lo mejor de mi sangre.
De La salud de los condenados de César Cantoni -Argentina-
Publicado en la revista Poesía del mondongo
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