domingo, 24 de febrero de 2013
A MI AMIGO URBANO PARRILLA.
Desde que te conocí
yo te entregué mi amistad,
que presentí tu bondad
y, en tu alma consecuente,
el don de la buena gente
y de tu fraternidad.
Porque Dios quiso poner
en tu maltrecha figura
un alma tan dulce y pura,
un corazón bondadoso
y un cerebro generoso
de una exquisita finura.
Tu poesía maravillosa
con un profundo sentir,
tu manera de escribir
llena de gracia y dulzura,
cantaba a la vida dura
con un jocoso decir.
Y todo en ti fue jocoso
porque tu verso decía
lo que tu mente sentía
de una forma tan valiente...,
pero siempre sonriente
el sabor de tu poesía.
¡Cuánto sentí, compañero
no darte el último adiós!
pero, bien lo sabe Dios,
me enteré fuera de hora:
me lo dijo tu señora
y lo sentí por los dos.
Que te haya llevado Dios
a la galaxia más bella,
que tu reluciente estrella
mi inconsciente alumbrará
y en mi recuerdo estará
brillando como centella.
Adiós, adiós, compañero,
adiós, adiós, buen amigo,
que siempre estará contigo
compartiendo tu poesía,
recordando tu armonía
Paco Ramírez Postigo
Francisco Ramírez Postigo
Publicado en la revista Aldaba 13
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