Destilo Mozart por entre los surcos y regueras de mis lágrimas. Ausculto su nervio y quiero ser incompleto y aprender como cristales por piernas y al alba que en el confín de los tiempos, poder ser las neuronas del lenguaje del riesgo e imaginar pesas con el ojo de halcón de la vida. Tañe Mozart su náusea con osada prisa vital.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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