jueves, 3 de enero de 2013
ATLAS
Sobre el atlas, el pelo mordido,
perfuma la almohada y los cuadernos
tinta en la boca
en la radio, los Rolling Stones,
animan noches de estudios.
Una rosa se amarilló
entre las tamujas del blanco libro
los mapas se desfiguraban mudos,
adivinos de estancias próximas.
Un diccionario, una regla, un compás
y lápices finos...
tesoros en cavernas de hospedaje
dentro del viejo escritorio de traviesas.
La mano vacía de su brasa
desposeída del parapeto escribano,
atrincheró sus forjas en otros huertos
afincando existencias tras las lóbregas ventanas.
Todo se encarceló despacio,
la carne de la carne se hizo piel de caracol,
lombriz... entrando en la oquedad
hasta perderse en el infinito tiempo de la nada.
Quiso rotular las cifras,
pero no pudo,
prisionera entre rutinas y errores,
enemigos fantasmas ,
guindados en retaguardia
siendo hijos de una soledad que la engullía.
Se abrió la caja de Pandora
y adivinó de repente su ánima viva,
y nacieron alas... olas y vientos.
Se prendieron los pinceles
y las plumas a los dedos,
multiplicó el prisma,
y en su condición de hembra
fue árbol de frutos,
parto tras parto,
monaguilla de artes y ciencias,
quebrando la sierpe,
en un ahogo por sobrevivir con la razón primera.
Y aquí se halló...
ante su propio juramento,
infinitud de palabras en concierto,
y ante el espacio dilatado,
creado, erigida su voz del hueco
engendrando por los poros y por el pelo...
Lamió sus puntas de sedas,
siendo lebrel en un paseo
y mojadas en saliva, ahogada y casi seca,
escribió el origen del instituido cimiento.
Si bien;
ciegas las presencias,
y sordas las escuchas...
No se enteran que hay en sí,
una sinfonía de versos,
de sentires que se hacen aguas en mil desvelos...
Acapara horas fuera del reloj,
lámparas de luz negra,
rojo as, blanca nieve y blanco cielo.
Toma las nubes en sus manos,
hace pan y figuras construyendo sueños...
Náyade, confundiendo su pensar de ágora solemne
alumna de Hipatia y Safo
regresa a la fuente de Castalia.
Moldear, transformar...
dar color... palpar, tocar...
coser palabras en el lienzo, sentir...
sentir los verbos piel adentro.
No preguntes el por qué,
Porque la razón
es solo explicarse la existencia en la tierra...
un por qué vivo
un por qué soy
un por qué constante...
Se diluyen las pieles como barro
en un mar de sensaciones...
Siente,
eso es lo que realmente importa,
y ha decirlo al mundo,
que callar no puede la escribana muda.
Suena un timbre...
¿El microondas? ¿El celular? ¿El teléfono?
Regresa a su sala de aprendiza
y despierta sobre el atlas Europeo... siendo novia de los libros.
Ivonne Sánchez Barea
Publicado en el blog vateyarte
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