sábado, 26 de enero de 2013
ACEPTANDO LA REALIDAD
El camino fue angosto y empinado —
desafiarlo no fue cosa tan fácil;
saltando sobre piedras resbalosas
y corriendo, siempre corriendo — nunca caminando.
Y aunque el riachuelo no era profundo
yo me cansaba pero nunca desistí — aceleré el paso.
Y eso fue. La carrera eterna,
el continuo movimiento serpentino y astuto
que me convirtió en una ágil impostora.
Ah... pero un día se acabó.
Agotada, me paré a descansar, al fin respirar,
quizás, dormir un rato
porque ya no podía más.
Ya me dolía fingir.
Otros soñaron un fin muy diferente para mí.
Comentaron que me faltó la visión necesaria,
que podría haber empujado un poco más.
"¡Mírenla y fíjense como sufre!
Su triunfo no fue más que un capricho."
¡Poetas! ¿De qué sueñan a costillas mías?
¿Caprichos, fantasías, visiones nubladas?
No me hagan reír.
¿Qué musa les suspira tal simplicidad
acerca de veranos violentos que queman los barrios
o arrastrar un pie tras otro — abriendo camino
y acabando enterrados en nieve y hielo?
Yo conozco ese camino. Lo he caminado sola.
Y bien que conozco la decepción.
No hay necesidad de invocar astucia poética.
El camino fue angosto y duro y se acabó.
No corro más, no sufro más, no lloro más.
No lucho más.
El crepúsculo toma un color nocturno y
despacito, mis sueños se alejan
y me pasan de largo
como astillitas flotando en el riachuelo.
Carmen Ruggero -Argentina-
Publicado en Ficciones Argentinas
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