Me embriagó
la noche del hastío
con su copa hecha añicos.
Otra espera que no me espera
y levanté el asfalto
para buscar la memoria,
aquella sombra furtiva
que me llevaría hasta el refugio
de tu última mirada.
No son sueños de cemento
mi pasado
ni camino por el alero
de un edificio en llamas.
Pero quiero que sepas
que siempre estoy al límite
desde que Buenos Aires
me robó la libertad de tus ojos.
Del libro La inmovilidad de los ruidos de
Raúl Pérez Arias -Argentina-
Publicado en la revista Mapuche 62
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