El tiempo está en el espejo
marcando sus huellas en el cristal
y yo me niego a verlas
porque no creo en el mensaje
que el cristal me envía.
Dame el lápiz para que sea yo
quien escriba en el cristal
negando el tiempo.
Esa huella es la mía,
huella caliente y fría,
que acaricia las mejillas
con suavidad amorosa.
Hoy me tiembla la mano
y los trazos han salido torcidos
y casi ilegibles.
No me quites el lápiz
que mañana escribiré
los renglones rectos
y todos entenderán el mensaje
que le robé al tiempo.
JOSÉ LUIS RUBIO
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