viernes, 28 de diciembre de 2012

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En la selva del insomnio no es necesario internarse. Crece a mi alrededor. No hay bestias más feroces que los grillos. En un claro, creo divisar el sueo. Me acerco lentamente, acallando, para no despertarlo, el rumor de mis pasos. Sin embargo, cuando recojo la red, está vacía. Para volver a encontrar la pista tengo muchos recursos: enumerar los árboles del bosque, olvidarlos, concentrarme en el curso de las aguas de un río, tomar café con leche (varias tazas), recordar hacia atrás o hacia adelante. Entretanto, por un momento, me distraigo, y el sueo se arroja sobre mí. Me duermo tan feliz que no recuerdo ya quién era el cazador y quién la presa.

Del libro Ani de Ana María Shua -Argentina-
Publicado en la revista Ficciones Argentinas

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