Vivimos en una sociedad desbocada, que no tiene ni un minuto de tiempo para hacer una introspección personal en sus vidas, porque de lo que se trata es de ocupar el tiempo libre disponible, agotarle al máximo con actividades diversas, ya sean de trabajo o de ocio, pero no podemos estar mirando ni un momento, reflexionando sobre nuestra vida o ahora en otoño contemplando a la Naturaleza, con sus variedades cromáticas excelsas, con esas hojas amarillas de los árboles, que embelesan y cautivan con solo mirarlas, con esos atardeceres segovianos de oro y grana, con multitud de rayos multicolores que prodigan unos ocasos soberbios, entre la luz del Astro Rey y las nubes grisáceas, es algo digno de evocar y contemplar.
Y en realidad ya por el hecho de vivir, de sentir, deberíamos estar casi siempre alegres, aunque ya sabemos que los problemas mundanos nos agobian, la forma de vida nos estresa, pero tenemos capacidad de raciocinio, de tomar decisiones importantes o erróneas, ya sabemos que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, pero a veces es razonable y en otras parece un contrasentido que tomemos decisiones erróneas, por lo cual nos demuestra que no somos dioses, que tenemos defectos, que somos seres imperfectos y que el azar circunstancial a veces nos juega una mala pasada y no nos deja planificar la vida a nuestro gusto y manera y estamos expuestos a tener momentos desagradables, a sufrir físicamente y anímicamente.
En estos días que recordamos a nuestros difuntos también nos sirven de reflexión y pensamos que somos seres finitos, que la vida pasa muy deprisa, que es un soplo y que debemos aprovechar todos los momentos, ya sean buenos o malos, sin prisas, pero sin pausa, que algunas veces conviene dejar para mañana lo que no podamos hacer hoy, para llevar una calidad de vida digna, para no llevarnos la frustración al final del camino y comprobar que hemos llevado quizá una vida monótona, insulsa, que no hemos aportado nada a nuestra sociedad, que hemos malvivido porque las circunstancias no nos han permitido vivir mejor, siempre pendientes de un trabajo laboral para vivir, pero es que la vida es así, actúan en nuestro interior el yin y el yang y otras mostramos doble personalidad, sorprendiendo a nuestro círculo social, influenciados por circunstancias personales o medioambientales.
Nunca es tarde para rectificar un camino vital erróneo, para caminar por sendas nuevas, para cortar lazos que nos atan, para romper cadenas cotidianas que nos oprimen y no nos dejan vivir libremente, estamos atados al yugo del consumismo compulsivo y nos apoltronamos y quizás un cambio de aires nos vendría bien, pero tenemos perder nuestro status social, nuestra atalaya olímpica o el miedo nos atenaza hasta tal punto que desistimos de dar ese paso vital. Algunas personas consiguen con su fuerza de voluntad salirse de la globalización, de la masificación social, pero son tratados como no correctos políticamente, son personas anti-sistema que solo comulgan con sus ideas y las quieren llevar de la teoría a la práctica, aunque los poderes fácticos no les dejan, aunque por otro lado es obvio, cuando sus posturas son radicales que éstos traten de eliminarles de raíz, para que todo vuelva a su cauce y esté controlado. La vida siempre merece la pena vivirla, porque es un don que un Ser Superior nos ha otorgado y nunca se debe atentar contra ella, porque es un derecho inalienable e inherente al Ser Humano y llevando una vida tranquila, sin sobresaltos, viviéndola con optimismo e ilusión, se pueden percibir de vez en cuando ligeras ráfagas de felicidad pasajera... visnu@wanadoo.es
Juan Montero Lobo “Visnú” -Segovia-
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