miércoles, 31 de octubre de 2012
ITALO CALVINO
(Santiago de las Vegas, Cuba, 1923‐Siena, Italia, 1985) Escritor italiano. Hijo de un ingeniero
agrónomo, se trasladó de San Remo, donde transcurrió la mayor parte de su infancia, a Turín, para
seguir los mismos estudios que su padre, pero enseguida los abandonó a causa de la guerra, durante
la cual luchó como partisano contra el fascismo. En 1944 se afilió al Partido Comunista Italiano.
Tres años más tarde publicaba, gracias a la ayuda de Cesare Pavese, su primera novela, Los senderos
de los nidos de araña, en la que relataba su experiencia en la resistencia. A la conclusión de la guerra, siguió estudios literarios en la Universidad de Turín, en la que se licenció con una tesis sobre Joseph Conrad, y empezó a trabajar para la editorial Einaudi, con la que colaboraría toda su vida.
Tras publicar algunas antologías de relatos, de tipo fabulístico, con las cuales se alejaba de la escritura
realista de sus inicios, escribió la trilogía Nuestros antepasados, integrada por El vizconde demediado,
El barón rampante y El caballero inexistente, narración fantástica y poética, plagada de elementos
maravillosos, en la que planteaba el papel del escritor comprometido políticamente. Por esa época, su
relación con el PCI estaba ya muy degradada, hasta que, en 1957, acabó por desvincularse de él por
completo.
Esta trilogía marcó un importante giro en su evolución literaria, ya que, dejando a un lado sus iniciales
inclinaciones neorrealistas, consiguió reinventar magistralmente el conte philosophique del siglo XVII.
Con un refinado juego de acontecimientos emblemáticos, que acercan el estilo del libro a la fábula, en
El vizconde demediado (1952) se propuso analizar y denunciar la realidad contemporánea, así como la
soledad y el miedo implícitos en la condición humana. Esta misma problemática continúa en El barón
rampante (1957) y El caballero inexistente (1959), obras en las que puso de manifiesto su conciencia de
vivir en un mundo en el que se niega la más sencilla individualidad de las personas, reducidas a una
serie de comportamientos preestablecidos.
Notable fue también su interés por los problemas de la sociedad industrial contemporánea y la
alienación urbana, que quedó plasmado en otra especie de trilogía compuesta por La especulación
inmobiliaria (1957), La nube de smog (1958) y La jornada de un interventor electoral (1963). Gracias a
su labor de crítico literario en la revista Il Menabo, que codirigía junto a Elio Vitiorini, entró en contacto
con la obra de Raymond Queneau y del grupo experimental francés Oulipo, a cuyos planteamientos
literarios, basados en el juego formal y la combinatoria de formas y estructuras posibles, se acercó de
modo progresivo.
Tras publicar Marcovaldo (1963), libro en el que convergen las dos vertientes de su narrativa, la realista
y la fantástica, su poética se abrió a un nuevo clima cultural, moral y estilístico, determinado por el
interés hacia argumentos científicos o matemáticos y hacia la experimentación literaria, pero en el que
pervive claramente su característica actitud irónica y deformadora con respecto a la realidad. En
Cosmicómicas (1965) y Ti con zero (1967) el dato científico, los modelos inventivos paradójicos, la
elaboración de increíbles teoremas o la construcción de situaciones irreales tienen como objetivo
verificar un pensamiento científico, pero también huir de las costumbres de la imaginación para poder
comunicar la verdad de una manera muy personal y con gran virtuosismo estilístico.
Retomó, al menos estructuralmente, su gusto por la fabulación fantástica en El castillo de los destinos
cruzados (1969), una meditación mágica sobre el destino del hombre, y en Las ciudades invisibles
(1972), descripción de una serie de ciudades imaginarias puesta en boca de Marco Polo. Se advierte en
estas obras un deseo de indagar en los mecanismos de la escritura, en sus impedimentos y en los
significados que se esconden detrás de las palabras y de las cosas.
Estas reflexiones se concretaron en sus últimos libros, Si una noche de invierno un viajero (1979),
novela escrita en gran parte en segunda persona cuyos protagonistas son el Lector y la Lectora, y
Palomar (1983), obra en buena parte autobiográfica, pero también tienen un papel importante en
Punto y aparte (1980) y Colección de arena (1984), conjunto de ensayos y meditaciones sobre literatura
y sociedad publicados en distintos periódicos y revistas.
Publicado en la revista LetrasTRL 51
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