viernes, 3 de agosto de 2012

LA HUIDA TERRENAL


Sonaba en la radio clásica Mike Oldfield y a papá le brotó una lágrima a la que dejó descender por su rostro. Fue un despiste de mamá que enmendó al instante cuando extrajo el pequeño dosificador y recogió la secreción ocular. Con el envase en la mano, requirió la presencia de un centinela y se lo entregó. Recuperamos entonces el rictus que marcaba el protocolo y volvió el silencio a la nave. De aquello hace dos años luz y nada ha cambiado en nuestra existencia. Algunos para animarse dicen que pronto volveremos a casa mientras yo quisiera morir.

Nicolás Jarque Alegre (España)
Publicado en la revista digital Minatura 119

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