martes, 7 de agosto de 2012
LA DESPEDIDA
La tierra era un punto azul que se alejaba y a la distancia era devorada por un cegador sol amarillo. Nadie hablaba, la tristeza y la desazón cortaba el aire. Cada uno había intentado despedirse según sus propias necesidades, pero la urgencia lo había convertido en un acto inconcluso. Sobre mi rostro corrían lágrimas solitarias.
El Planeta ya no era nuestro y la vibración de los motores no dejaba olvidar el apuro de nuestro alejamiento.
Lo orden vino del gobierno central de la galaxia, y no era discutible. Otros seres habían desarrollado inteligencia y el mundo que fue nuestro hogar ya tenía un nuevo dueño.
La prohibición de volver era absoluta, y por lo tanto nosotros sólo podríamos estar presentes en el planeta como un viejo recuerdo. La era de los grandes dinosaurios había terminado.
Carlos Feinstein (Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 119
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