La última alma humana estaba encerrada en aquel pequeño cuerpo. Duncan, era el encargado de protegerla, por orden del siempre interesado y codicioso consejo de ancianos. La invasión de aquellos extraños seres, que se alimentaban de la esencia de las personas, había tenido lugar apenas hacía unos meses, pero su ansia era tal, que pronto no quedó un solo individuo animado sobre la faz del planeta. La gente no moría, simplemente dejaban de sentir. Ahora bajo tierra, en aquel oscuro bunker, oyendo a esas fieras acercarse y con el niño en brazos, pensaba en porque seguía allí, cumpliendo su misión.
AZAHARA OLMEDA
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