viernes, 24 de agosto de 2012
FEMINIZACIÓN LITERARIA: SILVIA LOUSTAU. "YO OSY JUANA AZURDUY"
Por Concepción Bados Ciria.
Una de las heroínas más notables de las Independencia en Iberoamérica es Juana Azurduy, a quien la presidenta argentina Cristina Fernández condecoró con el grado de general a título póstumo el 15 de julio de 2009 con motivo de la celebración del bicentenario. Un mes después la poeta Silvia Loustau publicaba en su blog el poema «Yo soy Juana Azurduy», de gran dramasmo y fuerza poética.
Juana Azurduy nació en el cantón de Toroca en las cercanías de Chuquisaca, Alto Perú, el 12 de julio de
1780, año en que la ciudad de La Paz fue sitiada por Túpac Catari y Bartolina Sisa, alzados en armas en
apoyo a Túpac Amaru. La adolescencia de Juana fue conflictiva ya que se enfrentó al conservadurismo de
su tía por lo que fue encerrada en el Convento de Santa Teresa. Juana se rebeló contra la rígida disciplina del convento y de la familia, promoviendo reuniones clandestinas durante las cuales supo de la existencia y la lucha de los independentistas peruanos Tupac Amaru y Micaela Bastidas. Casada con el héroe independentista Manuel Ascencio Padilla, ambos se sumaron a la Revolución de Chuquisaca, que el 25 de mayo de 1809 destituyó al presidente de la Real Audiencia de Charcas (actual Bolivia). En 1813, Juana y su esposo, a las órdenes del general Belgrano, reclutaron a más de 10 000 milicianos y transportaron la artillería que sería definitiva en la lucha por la independencia en el Alto Perú. Con la retirada del ejército argentino del Alto Perú, Padilla, Juana y sus milicianos se organizaron en guerrillas que lucharon durante años contra los realistas. Azurduy lideró la guerrilla que atacó el cerro de Potosí, tomándolo el 8 de marzo de 1816, hecho que le valió el rango de teniente coronel por un decreto firmado por Juan Martín de Pueyrredón. Tras ello, el general Belgrano le hizo entrega simbólica de su sable, con el que posa en el retrato que la ha hecho famosa en Latinoamérica7. En 1825 se declaró la independencia de Bolivia y el mariscal Sucre fue nombrado presidente vitalicio otorgándole a Juana una pensión en recompensa a su labor revolucionaria, pero esta le fue usurpada en 1857 bajo el gobierno de José María Linares. Juana Azurduy murió olvidada y en la absoluta pobreza, el día 25 de mayo de 1862, cuando había cumplido 81 años. Sus restos fueron exhumados 100 años después para ser guardados en un mausoleo erigido en su honor. Como señalé más arriba, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner convalidó el 15 de julio de 2009 el ascenso a general del Ejército, en forma póstuma, de la luchadora de la independencia Juana Azurduy. El reconocimiento a esta mujer es notorio tanto en Bolivia como en Argentina en los últimos años, y a ello contribuyó en gran medida la recientemente fallecida cantante Mercedes Sosa, quien difundió una cueca norteña con letra del historiador Félix Luna y música de Ariel Ramírez en honor de la revolucionaria. He aquí dos estrofas del poema:
Me enamora la patria en agraz, desvelada, recorro su
faz; el español no pasará, con mujeres tendrá que
pelear.
Tierra en armas que se hace mujer, amazona de la
libertad.Quiero formar en tu escuadrón y al clarín de
tu voz atacar.
La canción reconstruye las hazañas de Azurduy, al tiempo que anota la feminización de la lucha independentista cuando propone en estas estrofas a las mujeres como alegoría de la resistencia y el triunfo en la lucha armada. Mucho más dramático e intenso es el poema narrativo escrito por Silvia Loustau en agosto de 2009. La subjetividad arrolladora de la primera persona enunciadora resuena con una fuerza que traspasa los límites simbólicos establecidos. Este es el poema de Silvia Loustau que da la voz y la palabra a Juana Azurduy:
Yo soy Juana Azurduy, la mujer a quien el General Belgrano la ascendió al grado de Teniente Coronel. Yo soy Juana Azurduy, la compañera de Manuel Asencio Padilla, con quien tuvo cinco hijos. Yo soy Juana Azurduy, quien con mi hija en un brazo y el sable en el otro, revolucionó el pueblo de Chuquisaca un 25 de Mayo de 1809, de esa manera desde el Alto Perú bajaba la libertad al Virreinato del Río de la Plata. Yo soy Juana Azurduy siempre vestida para el combate. Túnica escarlata, alamares de oro y plumas blancas, para que nadie olvidase mi condición de mestiza.
Yo soy Juana Azurduy, quien sembró terror entre la soldadesca española. Yo soy Juana Azurduy, quien le
escupió a la cara al General Goyeneche, cuando osó ofrecerme dinero para que abandonase la lucha. Yo soy Juana Azurduy, quien en 1816 tuvo bajo su mando 6000 indios. Yo soy Juana Azurduy, quien junto a Manuel, asaltamos por segunda vez la ciudad de Chuquisaca.
Hasta en 23 ocasiones, es la propia Juana Azurduy, quien mediante el recurso de la anáfora viene a confirmar sus hazañas y sus gestas, también su sufrimiento y la pérdida que supuso para ella y su familia la lucha insurgente. Juana Azurduy se confirma en el poema como la gran luchadora que fue, la valiente, la vencedora, la condecorada, pero también la humillada, la desposeía, la maltratada, la olvidada:
Yo soy Juana Azurduy, la que se fue a Salta y combatió tres años junto a la Macacha y el General Juan José Miguel de Güemes. Yo soy Juana Azurduy, quien vagó por las provincias, con su hija de seis años y ni un hueso para roer. Yo soy Juana Azurduy, a quien el presidente Sucre le otorgó, al fin, una pensión. Yo soy Juana Azurduy, a quien José Maria Linares le quito su magro ingreso. Yo soy Juana Azurduy, a quien todo le fue arrebatado, menos los sueños. Yo soy Juana Azurduy de quien el Altísimo se compadeció y la llevo, al fin, cuando tenía 81 años.
Por último, Silvia Loustau hace que Juana se reconozca e identifique con las madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires, el símbolo máximo de la resistencia frente a los abusos del poder.
Yo soy Juana Azurduy, quien no contó con más patrimonio que las lágrimas. Yo soy Juana Azurduy quien supo que volvería en cada compañera combatiente de la Patria Grande. Yo soy Juana Azurduy, quien ahora, con pañuelo blanco, busca en el mar, la tierra, en cada rostro. Yo soy Juana Azurduy, quien cada jueves dice ¡Presente! en Plaza de Mayo.
La feminización de la escritura de Silvia Loustau es evidente, y con ella, la homónima de las luchas de
independencia en los países de Sur de América. Su poética rebasa los límites de la significación aceptada
durante siglos por la cultura oficial, al tiempo que subvierte los registros históricos establecidos cuando
permite que Juana Azurduy hable de forma tan clara, firme y rotunda. Silvia Loustau ha empoderado a
Juana Azurduy y se ha sumado a la feminización de las luchas de independencia en Latinoamérica.
Juana Azurduy de Padilla (La Plata ‐hoy Sucre‐,12 de julio de 1780 ‐ id. 25 de mayo de 1862) fue una patriota del Alto Perú, hoy Bolivia, que acompañó a su esposo Manuel Ascencio Padilla en las luchas por la emancipación en el Virreinato del Río de la Plata contra el Reino de España.
Publicado en la revista LetrasTRL 46
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