jueves, 23 de agosto de 2012
EL FUTURISTA
El futurista se mira en el espejo del espanto, extrañas imágenes juegan con sus ojos como avizorando catástrofes bélicas de hombres bestias, con armas letales perfumadas de incomprensibles, hay en los reflejos un halo de sangre, hostilidad y muerte. El futurista tiene miedo de matar y de morir, en su mente ha entrado la locura con tentáculos, y las neuronas se le contaminan con gases del más allá. Desde la nada se refugia en las sombras y no duerme, sabe que se acercan las guerras que lo destrozarán, y será tragado por una boca fragmentada y fría, para ese entonces no habrá madera para la salvación, y el acrílico es poca cosa ante tanta evolución. Tendrá que olvidar hasta su historia, y enfrentar la guerra de títeres sanguinarios y azules, será un pecado hablar, pensar, sentir, amar, …vivir ..... Ya no habrá fiestas de labios y genitales, las horas serán grises y los amores condenados, los rostros y las manos se teñirán de otro horror arrancándoles los ojos a los buenos y a los sabios, la inocencia de los niños se hundirá en los pantanos y jugarán entonces con las cabezas cercenadas de los padres. El futurista sabe que se avecinan otras guerras distintas, desconocidas, terribles, inevitables, interminables, necesarias; para que los monstruos conquisten lo inconquistable, y se le echen encima como una red de criminales automáticos claveteando su oscuridad con gritos y ruidos y retintines agrestes, y de nada servirán las cartas y el zodíaco y los rituales, ni aquel libro de los ogros que leía cada tarde. Ya nada se puede hacer para evitar la sed, el hambre, las armas, los desastres, lo sin nombre; que está por llegar, y lo peor de todo es que el presente es inacabado y el futuro con sus colmillos y plagas y garras, es inminente. No habrá remiendos, se echarán al abismo los fragmentos de luz, y solo el terror y la incertidumbre se quedaran a fuego lento. El futurista no puede detener el tiempo, que se ríe diabólico en sus propios labios, tendrá que enfrentar la barbarie y asumir los riesgos, con los espectros del pasado y el escenario del porvenir. Y aunque parezca absurdo quizás anhela lo que va a pasar para escapar de este mundo de rutinas y promesas, y morir diferente.
María del Carmen Perera Morales (Cuba)
Publicado en la revista digital Minatura 120
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