TELEFONAZO
Culebras con remiendos.
Sombrillas con pestañas.
Un vaso lleno de frigoríficos de papel.
Un andamio de hielo con las tripas fuera.
Un solo de batería de cocina.
Un bis a bis con la nada.
Un timbre con patas elásticas y goma de pegar.
Una navaja con sabor a chicle de fresa ácida
en dónde no corta.
Un peluche fabricado en Vietnam
por niños sin testosterona.
Un corazón miope y tonto.
Unos ojos fugados en busca de asidero.
Un centro comercial,
el murmullo de la soledad,
unas monedas que caen.
Un sobresalto.
Corazones que acelerados balbucean al unísono.
Un telefonazo como el tropezón
hacia el despertar y la alegría.
Solo unas palabras.
Todo bien.
Ahora sí.
GULLERMO JIMÉNEZ FERNÀNDEZ -Mérida-
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