Este inmenso español de cepa pura
subió montañas y labró los prados;
alcanzó con sus versos los estrados
en donde el sol de los humildes dura.
Quien apreciar la magnitud procura
del que habitara con los desterrados
ha de sentirlo con los nobles hados
donde lo eterno de su amor perdura
No sigo a don Miguel por esos toros
ni porque tenga sangre de los moros
(si la tuvo corriendo por sus venas)…
Lo admiro por rebelde, y porque tuvo
los temples de poeta cuando anduvo
los caminos de espina de sus penas.
Francisco Henríquez. EE.UU
Publicado en la revista Oriflama 16
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