Mis senos no tienen antigüedad
son de cuando amanezco.
Vértices de furioso repentismo
dejando sobresaltos en las habitaciones.
Su herejía de fuego se deshizo
y enmudeció la piel de las manzanas.
En el pequeño roce de un pájaro que huye
en el arco sin triunfo de un montón de palabras.
Mis senos desvirtúan el latido
en la fastuosa estancia de tu lengua,
por su ruedo musita una guitarra
con la boca repleta de acertijos.
E! brillo de sus puntas ilumina
la noche,
en un moreno incendio.
Mis senos
no tienen antigüedad.
Andrea García Molina, Nueva Paz, Cuba De su libro: Noticias para el hijo del hombre
Publicado en la revista Carta Lírica 40
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