A VECES
A veces,
el escritor desgarra su yugular
con el rabillo del ojo,
hendiendo la femoral
con áspero silencio.
A veces,
el escritor depura su talle,
rocío hirviendo,
como una locomotora
que atraviesa con femenil rabia,
el galope de las venas de las sienes.
A veces,
espera en el pantano de su abandono y su ansiedad
el beso de lengua y nieve
de la guadaña.
Y en la calle,
ajeno a todo,
el sol hiende su cicatriz.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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